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El Kun, a fondo


En una entrevista con el diario El Pais de España Sergio se refirió a distintos temas y se explayó acerca de su llegada al Barcelona, la salida de Messi, la muerte de Diego Maradona, su vida en la villa durante su infancia y de su vínculo con los jugadores más jóvenes.

Estas son las declaraciones destacadas:


Su llegada al Barcelona:

“¿Qué jugador no quiere estar en el Barça? A la mayoría de los futbolistas les gustaría vestir esta camiseta, por más que el Barça esté bien o mal. Llegué con la expectativa de jugar con Leo y de que se armara un buen equipo. Cuando me llamaron pensé: `Me da igual lo que me paguen. Me pongo bien y voy a ayudar al equipo en lo que más pueda`.


La salida de Messi:

“Fue un momento de shock. Él estaba muy mal. Cuando me enteré no lo podía creer. Ese sábado lo fui a ver a su casa. Y, por mi personalidad, como no lo veía bien, intentaba hacer que se olvidara de lo que había pasado. Veía que estaba medio apagado y lo intentaba distraer. Le contaba de mi equipo de Esports y las cosas que estábamos haciendo. Pienso ayudar al equipo con algún gol cada vez que me toque jugar. Más allá de los cambios que pasaron, que entre ellos está la salida de Leo”.


La muerte de Maradona:

“Tome la noticia mal, muy mal. ¿Cómo lo podía vivir? Tenía partido de Champions ese día. Cuando me enteré, pensé que era mentira, como tantas otras veces. Pero como veía que cada vez lo decía más gente, le pregunté directamente a la mamá de Benjamín. Me acuerdo hasta lo que le pregunté. `¿Es verdad o no?`, le escribí. Me contestó que sí. Pensaba en mi hijo. En que lo tenía que llamar. Me preocupaba mucho cómo se iba a enterar de la noticia. Cuando pudimos hablar, ya lo sabía por un compañero de colegio. Diego y Benja se llevaban muy bien. Diego era un fenómeno con mi hijo. Y Benja lo amaba. Le pedí a mi hermana que lo fuera a buscar al colegio y que lo intentara distraer. Al día siguiente me escribió: ‘Papá, quiero ir a verlo’. La idea no me gustaba. Tenía miedo de que se quedara con un mal recuerdo. Pero como él quería, lo dejé ir. Fue al velatorio en la Casa Rosada con su madre. Me dijo que le dio un beso y que se puso a llorar. Yo intentaba contenerme para que mi hijo no me viera mal. Fueron días muy difíciles. Al menos, Benja se pudo despedir de su abuelo”.


Su vida en Los Eucaliptus:

“Volvi cuando tenía 16 años. Cuando pregunté por los chicos con los que me juntaba, uno estaba muerto, el otro preso, a otro lo buscaba la policía. Chicos de 15 años. Todavía mantengo contacto con algunos de mis amigos. Seguimos hablando, más de 20 años después. Escucho a hablar a la gente de las villas y pienso que no tienen ni idea de lo que es. El que está ahí tiene otra vida. Está en su mundo. Hay como un sistema propio, con sus verdulerías, con sus carnicerías y con sus almacenes. Hay de todo. Y todo a un precio asequible para la gente de la villa. El problema es que es muy difícil progresar. Le pasó a mi viejo. Buscaba trabajo y muchas veces no se lo daban cuando decía el lugar en el que vivía. Y eso sigue pasando. Hay gente complicada, también. Pero también hay mucha, como mis viejos, que son gente de laburo, que quieren lo mejor para ellos y para su familia. Pero parece que quieren que nos quedemos siempre ahí”.


La escuela primaria:

“El que vive en la villa tiene que ir a un colegio público. Voy a contar lo que me pasó a mí. No sé cómo es ahora. Cuando pasé a Independiente, el club me mandó a un colegio privado. Tenía 12 años. En el privado estaban haciendo divisiones de tres cifras y yo en el público hacía de una. Imagínese la diferencia. No estaba capacitado para estar ahí. Y me empecé a sentir mal. No me sentía cómodo ni libre. Quería volver a mi lugar, en el que la maestra me entendía. Es una lástima que eso pase. Es una lástima que se tenga que recurrir a colegios privados”.


Su mensaje a los más jóvenes:

“Hoy a los jóvenes les afecta mucho lo que se les dice. Se ofenden cuando les decís que jugaron mal. Y hasta les baja la moral. Tengo buena onda con los más chicos y busco la manera de decirles las cosas para que no se lo tomen mal. No quiero un compañero bajo de moral. Pero me pasa lo mismo con mi hijo. Si le dijo algo, se enoja. (Benjamín) Juega bien. Pero si te gusta el fútbol tenés que tener otra mentalidad. El sacrificio es muy importante. La última vez que vino a verme me preguntó: `¿Nunca faltaste a un entrenamiento?`. Nunca, le contesté. Le cambió la cara. Me gustaría que Benja fuese futbolista, pero si no le gusta quiero que estudie. Que tenga la posibilidad que yo no pude tener”.




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